En estos momentos en que todos
estamos confinados en nuestras casas por la pandemia, experimentamos
incertidumbre por la vida y el futuro que nos depara la existencia. Es difícil
vivir solamente con la certeza de un día a la vez, aunque en realidad siempre ha
sido así.
La pandemia devela lo que es en
realidad la existencia desnuda, sin poder saber que será más adelante de
nosotros mismos y de los nuestros. Todos creemos poseer una especie de control
sobre el devenir de nuestras vidas y el mundo que nos rodea, pero la verdad es
que nunca hemos tenido control absoluto sobre estas cosas. Por motivo de este acontecimiento
muchas personas de distintos oficios y profesiones se han visto impulsadas
(sino obligadas) a dar sus opiniones y prospectivas sobre lo que sucederá más
adelante en el corto, mediano y largo plazo, acuñando frases como “nueva
normalidad” para referirse a la etapa en que todos empezaremos a vivir después
de la pandemia (si es que ya no lo estamos viviendo), todo esto con el afán humano
de hacernos creer a nosotros mismos que poseemos un poco más de control sobre
la situación en la cual todos nos encontramos.
Por favor que el lector no se
confunda y piense que estoy en contra de lo que hablan y predicen los
epidemiólogos, infectólogos y demás hombres de ciencia. Al contrario, a ellos sí
que hay que escucharlos para poder salir de esta situación. Son en estos
momentos nuestros únicos ojos, los únicos capaces de poder ver realmente lo que
está sucediendo, y poder guiar a este mundo inmerso en esta pesadilla que no
tiene cuando acabar.
A lo que me refiero y a lo que a su
vez da título a este post es a la forma en que abordamos la incertidumbre, lo
incierto. No nos gusta aceptar que no sabemos nada sobre el futuro, especialmente
si se trata de nuestro futuro o el de las personas que nos rodean. Lo único
cierto de lo incierto es que no sabemos nada, pero, si analizamos con
detenimiento esta afirmación nos damos cuenta que esto a su vez es algo, es equivalente
a saber algo. Una certeza. Partiendo desde cero, desde la nada, podemos
vislumbrar nuevas posibilidades que antes no habíamos visto, o que habían
pasado desapercibidas ante nuestros ojos, quizá por el automatismo en el que antes
vivíamos. Esto es como un borrón y cuenta nueva, el cual nos puede ayudar a
pensar las cosas de una manera diferente.
Hemos construido un mundo en base
a todo lo que sabemos y todo el conocimiento que poseemos, en consecuencia, el
mundo está como está ahora. Para construir el mundo que todos de alguna manera
u otra queremos, tenemos que centrarnos en todo lo que nos hace falta saber y
conocer. Pues como diría el filósofo chino Lao-Tse en su famosa obra el Tao Te
Ching: “pensar que sabemos, cuando no sabemos, es una gran enfermedad” lo cual,
impide acceder a nuevos saberes y posibilidades, porque estos ya se encuentran
ocupados por una supuesta certeza, que puede aún no haber sido cuestionada o
incluso ni siquiera ser conciente para la persona o las sociedades que este conforma.
El mayor descubrimiento del hombre
fue el descubrimiento de su propia ignorancia; el descubrimiento de nuestra
propia ignorancia.
Solo sé que no sé nada,... una afirmación tan antigua y tan válida en la actualidad ... Gracias por la reflexión
ResponderBorrarLo que puedo decirte, es que esta pandemia tiene algo positivo, ya que todos tenemos la obligación de repensar nuestra vida, darle valor a lo que realmente importa, dejar las superficialidades que no nos lleva a ningún lado. En estos momentos este acontecimiento nos parece algo negativo, pero no debemos olvidar que Dios tiene un plan perfecto para la humanidad. Recuerda que Él posee el don de la sabiduría, esto le permite, no quedarse en lo que acontece, sinó El puede ir más allá y vislumbrar todo el panorama, recuerda que El es atemporal y no se queda en el tiempo ya que El tiene una mente divina y nosotros mente humana.
ResponderBorrar"El presente es nuestro futuro"
ResponderBorrarCrisis es oportunidad, oportunidad para la reflexión.
ResponderBorrar“Pretender que sabemos, cuando no sabemos nada” es una ficción propia y ociosa de la ignorancia que pretende desplazar la sabiduría por no enfrentar sus miedos que el espíritu rechaza, empuja y pone al borde del abismo la incertidumbre, esperando que sea por propias decisiones encontrar conocimiento y sabiduría y estar a la altura del mundo en que vivimos.
ResponderBorrar