¿Qué clase de educación
necesitamos para el siglo XXI? ¿Las escuelas y sus programas educativos brindan
esa educación? ¿Son las escuelas y los maestros que en ellas laboran ejemplos
de los ciudadanos y las instituciones que necesitamos en esta nueva era?
Sin lugar a dudas la base de todo
cambio y desarrollo en la sociedad se encuentra en la educación.
La mayoría de nosotros hemos crecido
bajo el modelo educativo prusiano al ir a la escuela: Alumnos de la misma edad sentados
en filas, escuchando las lecciones de un maestro, llevando clases por materias,
y rindiendo exámenes (la mayoría de estos memorísticos) para aprobar esos cursos
y poder así pasar de grado. El modelo prusiano instaurado en el siglo XVIII
creo una era en la educación a nivel global del cual aún no llegamos a
liberarnos en pleno siglo XXI. Este es un modelo que se creó en aquella época con
la finalidad de crear individuos respetuosos de la autoridad (el rey de Prusia en
ese entonces) y que más tarde ayudaría a crear una clase media trabajadora dócil
en las fábricas, durante la revolución industrial. Este modelo fue avanzando y desarrollándose
según las necesidades políticas y económicas de aquel entonces, preparando a
las personas para la especialización del trabajo que comenzaba a generarse en aquella
época. Evidentemente no fue un modelo pensado en el aprendizaje de las personas
ni mucho menos en brindar una educación integral a estas.
El mundo ha cambiado completamente,
actualmente vivimos en la era de la información, pero el modelo prusiano aún se
mantiene vigente en gran parte del mundo. Impartir conocimientos e información
en un mundo que cambia cada vez más deprisa y donde la información se cuadruplica
cada año que pasa no tiene ningún sentido. El historiador e intelectual Yuval
Noah Harari dice al respecto: “Para seguir siendo relevantes (no solo desde el punto
de vista económico, sino por encima de todo desde el punto de vista social) necesitaremos
la capacidad de aprender de manera constante y de reinventarnos (…)”. [1] Las
nuevas generaciones se están preparando para trabajar en empleos que aún no han
sido creados y muchos actualmente tendrán que crear sus propios trabajos. La
creatividad y la innovación son las habilidades más valoradas en la actual
economía del conocimiento; habilidades que el modelo prusiano por la forma en
que está diseñado y estructurado no puede desarrollar. Hoy en día los países
que más se desarrollan y crecen son aquellos que producen innovaciones en productos
o procesos en ciencia y tecnología. Los países que solo exportan materias
primas como es el caso de Perú y los demás países del tercer mundo, están
destinados a mantenerse en la pobreza y el subdesarrollo si no hacen algo por
reformar sus sistemas educativos.
Un niño beneficiario del programa "Una laptop por niño" en Perú. Imagen: Righteous Pictures. (2014) |
Otro aspecto importante por el cual
cuestionar el sistema educativo actual es que este se enfoca desde un principio
en una educación que tiende a la especialización, pero sin contemplar una base
generalista y pragmática sobre la realidad en la que viven e interactúan los
individuos. Esto solo producirá personas con miopías o miradas muy reducidas,
circunscritas solo a su campo de estudio. Si bien el paradigma actual es el
trabajo transdisciplinario (multi e interdisciplinario), antes de formar
profesionales que brinden soluciones competentes a las necesidades actuales, se
deben formar personas en todo el sentido de la palabra, ciudadanos del mundo.
En la actualidad muchos educadores
expertos indican que las escuelas deben dedicarse a desarrollar habilidades
generales para la vida, lo que ellos denominan las 4C (comunicación,
creatividad, cooperación y pensamiento crítico) [2], esto está bien, pero
servirá sobre todo para que las personas puedan desenvolverse y adaptarse a entornos
cada vez más cambiantes, desarrollando así las capacidades únicas que tenemos
los seres humanos, lo cual dará la ventaja competitiva frente al inmenso poder
de la tecnología, la automatización, el aprendizaje automático y la
inteligencia artificial de esta cuarta revolución industrial; pero, hará falta
mucho más que estas habilidades generales, hará falta algo más para que podamos
seguir en este planeta de manera sostenible como individuos que crean y se
desarrollan en sociedades.
La educación del siglo XXI tiene
que formar personas comprometidas activamente, responsables, integras y conscientes.
Con una conciencia espiritual, global, respetuosa, ética, ecológica, social,
política, científica, tecnológica y humanística. Un claro ejemplo de esto son
los nuevos jóvenes activistas que hemos visto salir a las calles en distintas
partes del mundo en las últimas décadas. Personas como Malala Yousafzai en
Pakistán, Joshua Wong en Hong Kong o Greta Thunberg en Suecia. Está claro que
estos jóvenes no son producto de sus sistemas educativos. Incluso, han llegado
a ir en contra de lo que proponen los sistemas educativos o los regímenes de
sus países. Tal es el caso de Malala Yousafzai, ganadora del premio nobel de la
paz en 2014, por su activismo hacia los derechos a la educación en las mujeres,
las cuales fueron prohibidas de estudiar por el régimen talibán de su país en Pakistán,
o, Joshua Wong quien se opuso al proyecto educativo denominado Educación Moral
y Nacional (ENM) que quería instaurar el partido comunista chino en Hong Kong, para
así adoctrinar a los estudiantes con una ideología de sumisión y obediencia
hacia el gobierno chino.
Hay que reconocer que se han hecho
muchos esfuerzos por llevar educación a los lugares más recónditos del planeta
e integrarlos en una acción conjunta entre las familias, la sociedad y el
estado, a través de plataformas tecnológicas y programas gubernamentales. En
Perú hemos tenido el programa “Una laptop por niño” desde el 2007, el cual ha
entregado laptops a niños de educación primaria y secundaria de escasos
recursos, y actualmente tenemos el programa vigente “Yo aprendo en casa”, el
cual se transmite por internet, radio y televisión; las clases han comenzado a
transmitirse poco después que comenzó el estado de emergencia por la pandemia.
Todo esto está muy bien, pero no
basta. Si se quiere hacer una verdadera reforma educativa se tiene que empezar
por los maestros, invirtiendo más presupuesto en mejorar la capacitación de los
docentes y reivindicando la profesión de la docencia, volviéndola en algo
prestigioso socialmente y con mejores remuneraciones; tal como lo hacen países
como Finlandia, Singapur o Corea del sur, quienes tienen algunos de los mejores
sistemas educativos del mundo y se han desarrollado de forma asombrosa en las últimas
décadas.
Las pruebas PISA las cuales miden
el rendimiento académico de los alumnos en áreas como matemática, ciencia y
lectura a nivel mundial, y en las cuales siempre ocupamos los últimos puestos,
no solo reflejan el rendimiento de los alumnos peruanos, sino que reflejan el
nivel de la enseñanza de los maestros, las falencias del sistema y las instituciones
educativas, y el mal manejo y administración de recursos por parte del ministerio
de educación y el gobierno. Tenemos que cambiar a un modelo de exigencia en la
calidad de la educación, donde solo los más aptos puedan enseñar a las nuevas
generaciones y que el factor que mida el desempeño profesional no sea la
antigüedad del profesor en el cargo, sino, su mérito profesional, el cual tiene
que demostrarse en el aprendizaje y rendimiento de sus alumnos. Esto solo podrá
lograrse presionando a los gobiernos a que mejoren la calidad educativa, tal
como lo plantea el periodista Andrés Oppenheimer en su libro titulado ¡Basta de
historias! La obsesión latinoamericana con el pasado y las doce claves para el
futuro. [3]
A fin de cuentas, la finalidad de todo
esfuerzo educativo se da para crear oportunidades en las personas, y así, poder
generar igualdad social entre estas. Esto es lo único que podrá sacarnos del
subdesarrollo y hará que nos desarrollemos como país. Pero, la finalidad de la
educación debe apuntar a algo más. En palabras del físico y divulgador
científico Ranga Yogeshwar: “La finalidad de la educación debe ser
proporcionarnos una visión del mundo”. [4] Una visión que nos permita no solo
entender el mundo, sino también comprender cual es nuestra responsabilidad y nuestro
rol para con el mundo y las futuras generaciones. Una educación que nos haga
preguntarnos: ¿Qué clase de personas y ciudadanos debemos ser? o mejor
aún ¿Qué clase de personas y ciudadanos necesita el planeta?
Notas:
[1] Harari, Y., (2018), 21 lecciones para el siglo XXI,
Capitulo 19. Educación. El cambio es la única constante. Barcelona, España:
Penguin Random House.
[2] Ibidem.
[3] Oppenheimer, A., (2010), ¡Basta de historias! La
obsesión latinoamericana con el pasado y las doce claves para el futuro, Capítulo
13. Las 12 claves del progreso. Ciudad de México, México: Penguin Random
House.
[4] AprendemosJuntos. (28 de noviembre de 2018). V. Completa. “La inteligencia
artificial revelará nuestro verdadero valor como humanos”. R. Yogeshwar [Archivo
de Video]. Recuperado de. https://www.youtube.com/watch?v=WCWrFlogg8g
Estoy de acuerdo con el cambio en el planteamiento del sistema educativo completamente desfasado para el siglo XX1. Aquí lo importante sería voluntad política para poder incrementar un monto superior del PBI en educación. Debido a la pandemia se ha tenido que continuar las clases en forma virtual, esto no sólo ha demostrado que el sistema educativo está completamente desfasado, sino que ha develado grandes carencias, no podemos continuar con el sistema memorístico y paporreta en un mundo que tecnológicamente cambia a pasos agigantados. Los líderes del mundo tienen un gran reto y si ellos no lo hacen los estudiantes deben alzar su voz y exigir una educación acorde con los cambios que la situación amerita en cuanto a educación de calidad en un mundo que está en cambio acelerado y constante.
ResponderBorrarLas 4c uno de los fundamentos más importantes , para nuestro siglo XXI; la pandemia nos ha develado la nesecidad de mantener la creatividad en un ritmo raudo y activo. Una célebre frase de Albert Einstein es: "La creatividad es la inteligencia divirtiéndose"
ResponderBorrarUn cambio que haría de manera profunda, es la forma en que se transmite el curso de historia en el Perú. Sí bien nos permite conocer los acontecimientos, costumbres, personajes, etc, que intervinieron en un momento. No nos ayuda a formar una conciencia global, ni una visión como ciudadanos del mundo. En muchos momentos históricos, se pone mayor énfasis en acrecentar los odios o rencores entre países y muy pocas veces nos lleva a reflexionar sobre las causas y los efectos de forma comparativa, ya que es preciso ver "la otra cara de la moneda" para tener conciencia más amplía de los hechos.
ResponderBorrarY así cómo existe la historia (el tiempo pasado) , también existe el tiempo presente y visiones de un futuro. Yo propondría que se enseñe Análisis del tiempo pasado, presente y el incierto futuro, ya que lo que hagamos hoy, será el pasado de nuestro futuro.